domingo, 16 de septiembre de 2007

Segunda ola colectiva: "Vagón de descanso"

Tu vagón está enfermo, y el nuestro, y el de todos. El virus ha conseguido extenderse por todos los trenes que recorren las vías de esta ciudad. La verdad, no sabemos cómo pudo ocurrir. Nadie lo sabe, pero lo cierto es que la enfermedad se ha hecho insostenible.
Esta enfermedad hace que cada día se junten multitud de personas en un mismo espacio y, a pesar de verse las caras un día tras otro, no se conozcan ni lo más mínimo. Es una enfermedad atípica, cuyos síntomas más evidentes son los de la pérdida de las normas sociales más elementales. Si alguien entra en un vagón infectado, es incapaz de saludar a los que están presentes. Esta enfermedad hace que nos sintamos incómodos si alguien se sienta a nuestro lado y que no nos miremos a los ojos. El mal se extiende rápidamente y nos obliga incluso a rehuir a personas que conocemos para que no nos hablen, porque de repente te sientes incapaz de mantener una conversación con un conocido. Y si alguien necesita ayuda... nos cuesta mucho ofrecérsela. Quizás en otro lugar no tardaríamos en ser los primeros, pero en el vagón... la enfermedad nos devora, nos convierte en otros seres.
Lo más extraño de todo es que después todo se olvida. Una vez que salimos de la estación volvemos a ser nosotros mismos. Saludamos al entrar en la panadería, ayudamos a nuestra vecina con las bolsas de la compra y no nos importa que alguien se coloque a nuestro lado en el ascensor..., ¿o no?
En Germen pensamos que ya está bien de ocultar la enfermedad, que es importante ponerse manos a la obra para acabar con ella.
Por eso para nuestra próxima acción queremos plantear un espacio común: un vagón de tren. El objetivo será cuidar a alguien que viaje en ese tren. Hemos pensado que para ello, el mejor símbolo es regalar un cojín personalizado, deseando con una frase (que podemos pintar, coser o escribir en el cojín como cada uno quiera) un feliz viaje a la persona a la que se lo regalemos.
Somos conscientes de que hay ciertos espacios de intimidaz que no podemos vulnerar, únicamente se trata de ofrecer un cojín a alguien que regrese cansado de trabajar para que el trayecto se haga más cómodo y hacerlo de forma personalizada.
Y como también sabemos que puede resultar un tanto violento recibir un regalo de un desconocido en un vagón de tren, creemos que es importante preparar a las personas que viajen para ese momento, y por eso hemos pensado crear el "Vagón del descanso". Repartiremos octavillas informativas a la entrada de la estación informando sobre el lugar que ocupa dicho espacio en el tren y anunciarlo con carteles movibles (es decir, que los llevará una persona y se apuntalará en cada una de las entradas del vagón). Por supuesto, no puede faltar la música para recrear un ambiente relajado.
La cita será el próximo viernes 5 de octubre, en la linea de Móstoles-El Soto, a las 18'00 h.
Si no te atreves a regalarle un cojín a una persona que no conoces, no te preocupes, hay muchas otras formas de participar. O si vives lejos de Madrid y aún así te gustaría participar, no importa, escríbenos y quizás encontremos la forma.
O tal vez tan sólo te gustaría recibir un cojín y que alguien te cuide por un día.
¡Únete a nuestro "Vagón de descanso"!
Quizás este sea el primer paso para acabar con la enfermedad.

Comunicado de germen 11. Viernes 5 de octubre de 2007.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vuelvo a casa despues de un dia largo de trabajo. Y me sorprendo de ver carteles pegados en el vagon de tren, pues son vuestros. Y si que causan efecto; segunda sonrisa que me provoca algo sucedido en el tren. Me gusta que todavia la gente se preocupe en que todos estemos un poquito mejor. Cosas como estan hacen que los dias sean mejores.

PD: La primera cosa buena es que al comer un bocata en el tren un desconocido sentado en frente mia me dice 'que aproveche!'. Seguro que es de los vuestros.

Anónimo dijo...

Para mí la aventura comenzó mucho antes incluso de realizar la acción. Un día, un poco después de que germen11 decidiera cómo iba a ser la segunda ola, me senté como cada día en el vagón de tren. Volvía del trabajo y estaba cansado (como siempre), pero yo soy incapaz de dormir en público. Así que empecé a observar a algunas de las personas que viajaban allí dormidas y me imaginé regalándolas un cojín a cada una de ellas. Y la visión fue realmente transformadora, pues para mí sorpresa, todas las personas a las que yo imaginaba recibiendo el cojín respondían en mi imaginación con una sonrisa.
He de decir que mis prejuicios ya se habían puesto en marcha y juzgué de forma negativa a algunas de aquellas personas. Ya sabéis... ésta seguro que es una borde, éste no me gustaría cruzármelo solo por la noche, el otro seguro que ni me mira,... Sin embargo, en mi imaginación les veía a todos ellos agradecidos y su rostro antes agrio o desconfiado se tornaba ahora dulce, y entonces desaparecían todos mis prejuicios.
Por eso, he de decir que creo firmemente que la acción es transformadora. Que el "efecto G" funciona, pero sobre todo en mí. Yo soy el que experimento el mayor cambio.
Además quisiera dar las gracias a la persona que recibió mi cojín, pues me lo puso muy fácil. Fue él el que me pidió, y enseguida se lo colocó en la cabeza y disfrutó de él durante el trayecto. Gracias.